lunes, 2 de mayo de 2016





Besos de melocotón.-

Marah crece entre nubes,
entre parches y piratas,
entre varitas de hadas,
entre luces de colores,
dulces y bombones.

Su risa despierta al Sol
y abre el Mundo a la luz
inundándolo de azul
llenándolo de color.

Marah es un beso de melocotón
un principio,
un árbol en flor,
una rima eterna de paz y amor.

Marah despierta al Mundo
con sabores de miel
con ojos de caramelo
con chuches en el pelo.

Marah es un beso de melocotón
una luna con sonrisa
un gato con prisa
impaciencia dulce de amor.

Crece, mi pequeña Marah,
rápido  y fugaz
tus manos mueven mi Mundo
en mi Mundo quiero paz
y besos de melocotón
si estás a mi lado
mi Mundo será el mejor.-

jueves, 7 de abril de 2016

Adiós, Kali.-

Se ha ido. Hoy, por la tarde, a mi lado. Yo he estado con ella, Abel ha estado con ella. Se ha ido tranquila. 

Todavía recuerdo cuando llegó a casa, una noche de invierno que llovizneaba, pequeña, negra. Kali. Cenó pizza, no teníamos prevista su llegada. Pero se quedó con nosotros. Abel me contaba esa noche emocionado, aparcando el coche saliendo de trabajar, oyó que maullaba un gato, lo llamó y se fue a sus brazos. Yo abrí la puerta y venía encima de su hombro. Se quedó a nuestro lado quince años. Hasta que ya se puso malita y se fue.

Tengo muchos recuerdos, tantos, que se me acumulan y no dejan de revolotear en mi cabeza. Cuando se cayó por la ventana, y tuve que bajar a recogerla pensando que se habría hecho mucho daño. Pero no se hizo ni un rasguño. Cuando se escondía en mi armario, cuando por las mañanas venía a desayunar conmigo, cuando me esperaba en la puerta de casa al oír la llave, maullando. Cuando llegaba de viaje y me echaba la bronca, maullando sin parar un buen rato y mirando con cara de orgullo...

Ella siempre tuvo mucho carácter, y eso a mí me encantaba. Era cariñosa, orgullosa y muy protestona. Era comilona, juguetona celosa, dormilona y elegante.

Dormía conmigo, en mi regazo. Hasta que un día se trasladó a mis pies, cuando me hizo saber que aceptaba la nueva vida que nacía en mi vientre y entendiendo que ya no cabía allí. 

Me acompañó en mi nueva vida como madre, aguantando los llantos del bebé. Cuando Marah se hizo mayor fue su compañera de juegos, su alumna en su colegio imaginario, su bebé en el carrito de muñecas, su hija cuando jugaba a mamás y a papás.

Hoy Pilar, su veterinaria, le decía mientras le pinchaba: Ay, con lo que tú has sido... Y es que ha sido tremenda. No consentía que la gente se acercara mucho a ella, sólo Abel, Marah y yo. No digo que fuera una virtud, pero es lo que había con ella.

Fue una gata única. Mi gata. La gata que me acompañó en los primeros quince años de mi vida independizada. La gata negra, la de la mala suerte, dicen... Mi negra. Mi Kali.-